Muchas veces una situación que nos produce pánico hace que se desarrolle un trastorno por agorafobia, con el convencimiento que cada vez que la persona se enfrente a la misma situación, va a tener otra crisis
Leer másEL NIÑO IMPULSIVO
La impulsividad es un rasgo del temperamento (niños) o personalidad (adultos)
La impulsividad en niños se manifiesta con una gran intensidad y frecuencia, llegando a alterar la convivencia y condicionar la vida de los padres que la sufren.
La impulsividad parece manifestarse en niños cada vez más pequeños, lo que puede atribuirse, en parte, a los actuales estilos de vida (progenitores con jornadas de trabajo extensas) y en algunos casos, a una falta de recursos por parte de los padres o educadores que se ven desbordados y no saben como afrontarlo.
Normalmente, la impulsividad viene acompañada de hiperactividad y déficit de atención en lo que denominamos: TDAH y esto puede ser la antesala de problemas de aprendizaje, conductas disruptivas y, más adelante problemas de conducta durante la adolescencia.
Independientemente del origen hay niños que presentan series dificultades para reprimir sus impulsos y esto les conlleva numerosos conflictos tanto en el ámbito familiar como en el escolar.
CÓMO SE COMPORTA EL NIÑO IMPULSIVO
Las manifestaciones de impulsividad pueden presentarse a los 2 ó 3 años, y suponen para la familia una alteración significativa en la vida cotidiana especialmente si se desconocen los motivos y la forma de actuar.
Algunas pistas para detectar el niño impulsivo:
Primero hace, luego piensa.
Contesta antes de acabar de oír la pregunta.
Dificultades para aguardar el turno en los juegos.
Mal perder
No soporta que le ganen.
Interrumpir o estorbar a los demás.
Baja tolerancia a la frustración.
Poco autocontrol.
Desobediencia, negativismo.
El niño reconoce su problema pero no puede controlarlo y reincide.
Puede involucrarse en actividades físicas peligrosas sin valorar sus consecuencias.
En niños pequeños se dan fuertes rabietas incontroladas.
Estas son algunas de las manifestaciones que podríamos incluir dentro del concepto de “impulsividad”.
Algunos padres definen al niño impulsivo, como un niño que tiene un fuerte carácter o temperamento. La impulsividad como factor psicológico independiente o no de un Trastorno de Hiperactividad, precisa de un tratamiento más detallado.
Las razones son obvias. La impulsividad tiene repercusiones directas sobre las interacciones familiares, pudiendo alterar el desarrollo adecuado de vinculación afectiva y el equilibrio emocional.
También deteriora seriamente la capacidad de aprendizaje del niño y su buena adaptación al colegio y compañeros.
Finalmente una impulsividad no trabajada a tiempo y que se manifiesta en un entorno desestructurado, es el camino más directo para conductas violentas o delictivas en el futuro.
VARIABLES PSICOLÓGICAS IMPLICADAS EN EL DOLOR
Las variables psicológicas y conductuales tienen mucha relación con el manejo del dolor, existiendo conductas de dolor que perpetuan el problems
Leer másQUÉ ES EL MALTRATO PRENATAL
Maltrato prenatal es:
La falta de cuidado, por acción u omisión, del cuerpo de la futura madre
Maltrato físico dirigido a la madre o al feto por parte del padre/compañero.
Negligencia en la atención de las necesidades básicas de la madre por parte del padre/compañero.
Exceso de trabajo corporal.
Exposición a radiaciones y tóxicos ambientales.
Promiscuidad / prostitución.
Exposición o presencia de infecciones de transmisión vertical.
Rechazo del embarazo o indiferencia emocional.
Falta de control y seguimiento médico del embarazo.
Negligencia personal en la alimentación e higiene.
Presencia de enfermedades, no tratadas, que pueden causar disfunciones o malformaciones.
Autosuministro de drogas o sustancias que, de una manera consciente o inconsciente, perjudican al feto:
Consumo de medicaciones excesivas o inadecuadas.
Consumo inadecuado de tabaco.
Consumo de drogas, alcohol o psicofármacos.
QUÉ ES EL TDAH (CON O SIN HIPERACTIVIDAD)
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno de origen neurobiológico que se inicia en la edad infantil y que afecta entre un 3-7% de los niños en edad escolar.
Se caracteriza por un nivel de impulsividad, actividad y atención no adecuados a la edad de desarrollo.
Muchos niños y adolescentes con TDAH tienen dificultades para regular su comportamiento y ajustarse a las normas esperadas para su edad y, como consecuencia, presentan dificultades de adaptación en su entorno familiar, escolar y en las relaciones con sus iguales.
A menudo rinden por debajo de sus capacidades y pueden presentar trastornos emocionales y del comportamiento (APA, 2001)
MANIFESTACIONES TDHA
Los síntomas nucleares son: la inatención, la hiperactividad y la impulsividad, a los que con frecuencia se suman los síntomas secundarios. Las manifestaciones clínicas de los síntomas nucleares hacen referencia a:
Hiperactividad:
Se manifiesta por un exceso de movimiento, actividad motriz y/o cognitiva, en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo.
Estos niños muestran una actividad motriz elevada en diferentes ámbitos.
Tienen grandes dificultades para permanecer quietos cuando las situaciones lo requieren, tanto en contextos estructurados (el aula o la mesa a la hora de la comida), como en aquellos no estructurados (la hora del patio).
El momento evolutivo influye significativamente en la manifestación de la hiperactividad. Así, los niños preescolares tienen una hipercinesia generalizada menos dependiente del entorno.
En la edad escolar, puede suceder que la conducta hiperactiva del niño se limite a algunas situaciones, especialmente cuando éstas están poco estructuradas.
Hablan en exceso y producen demasiado ruido durante actividades tranquilas.
La hiperactividad en adolescentes suele ser menos evidente, predominando una sensación interna de inquietud, tratando de hacer varias cosas a la vez y pasando de una actividad a otra sin finalizar ninguna.
Inatención: Hace referencia a las dificultades para mantener la atención durante un período de tiempo, tanto en tareas académicas y familiares, como sociales.
A los niños les resulta difícil priorizar las tareas, persistir hasta finalizarlas y evitan actividades que suponen un esfuerzo mental sostenido. Tienden a ir cambiando de tareas sin llegar a terminar ninguna.
A menudo parecen no escuchar. No siguen órdenes ni instrucciones y tienen dificultades para organizar tareas y actividades con tendencia a los olvidos y pérdidas frecuentes.
Suelen distraerse con facilidad ante estímulos irrelevantes. En situaciones sociales, la inatención suele manifestarse por cambios frecuentes de conversación, con dificultades para seguir las normas o detalles en actividades y/o juegos.
A nivel evolutivo, la inatención suele aparecer más frecuentemente durante la etapa escolar, cuando se requiere de una actividad cognitiva más compleja, y persiste significativamente durante la adolescencia y la edad adulta.
Impulsividad: Se manifiesta por impaciencia, dificultad para aplazar respuestas y para esperar el turno, interrumpiendo con frecuencia a los demás. A menudo los niños dan respuestas precipitadas antes de que se hayan completado las preguntas, dejándose llevar por la respuesta prepotente (espontánea y dominante).
Durante los primeros años, la impulsividad hace que el niño parezca «estar controlado por los estímulos» de forma que tiene tendencia a tocarlo todo. En la edad escolar, interrumpen constantemente a los otros y tienen dificultades para esperar su turno.
La impulsividad en la adolescencia conlleva un mayor conflicto con los adultos y una tendencia a tener más conductas de riesgo (abuso de tóxicos, actividad sexual precoz y accidentes de tráfico).
Las manifestaciones conductuales descritas anteriormente suelen producirse en múltiples contextos (hogar, escuela, trabajo y situaciones sociales). Con la edad, suele disminuir la hiperactividad aparente, persistiendo la impulsividad y la inatención.
Diferencias entre niños y niñas respecto al TDAH En relación con los síntomas nucleares, los niños y niñas con TDAH presentan diferentes patrones de comportamiento. Las niñas tienden a presentar mayor inatención y los niños, mayor componente de hiperactividad-impulsividad.
En estudios sobre los subtipos de TDAH según géneros, para los que determinaron que:
• TDAH-C: El subtipo combinado se presentaba más frecuentemente en niños que en niñas (80% frente al 65%, respectivamente)
• TDAH-DA: El subtipo inatento era más frecuente en niñas que en niños (30% frente al 16%, respectivamente)
• El TDAH-HI: El subtipo hiperactivo-impulsivo, siendo el menos frecuente de los tres, se encontraba tanto en las niñas (5%) como en los niños (4%).
CÓMO INFLUYE EL TDAH EN EL RENDIMIENTO ESCOLAR
Cabe tener en cuenta también que los escolares con TDAH presentan más dificultades de aprendizaje que el resto de la población infantil, siendo este hecho uno de los principales motivos de consulta y de fracaso escolar.
El bajo rendimiento académico es debido, en parte, a las propias dificultades organizativas, de planificación, priorización, atención y precipitación de la respuesta que obedecen a las alteraciones de las funciones ejecutivas (memoria de trabajo e inhibición de la respuesta) propias del TDAH, y a las dificultades específicas que comportan los trastornos específicos del aprendizaje frecuentemente asociados como es la dislexia.
En general, las niñas con TDAH muestran una menor presencia de trastornos del aprendizaje asociados y mejores habilidades en la capacidad lectora, hecho que influye en su infradiagnóstico.
LAS MASCOTAS COMO TERAPEUTAS EN LA TERCERA EDAD
Entre las grandes necesidades de las personas mayores está el AFECTO.
En muchas ocasiones la persona mayor se encuentra sola durante todo el día, sin posibilidad de hablar con nadie, con el único consuelo de la televisión y el silencio como compañero triste y pesado.
Leer másENSEÑA A TU HIJO A SER "NIÑO"
La sociedad actual arrastra a los niños hacia un ocio tecnológico en el que les queda poco tiempo para “ser niños”, con el peligro que supone para el futuro no haber pasado esta etapa.
Leer másLAS RABIETAS INFANTILES
Una rabieta o berrinche es una forma inmadura de expresar ira o frustración.
Aunque los padres tengan un carácter apacible el hijo puede tener algunas rabietas. Es importante saber manejar estas situaciones, y que el pequeño se de cuenta de que no surten resultado.
A partir de los 3 años el niño tendrá capacidad de expresar su motivo de enfado con palabras, debe animarle a que exprese el motivo de su enojo sin recurrir a las rabietas. Deben comprender que es normal enfadarse, pero que los gritos y las pataletas no van a solucionar su enfado.
Por otra parte lo habitual es que llegada la edad escolar las rabietas hayan cesado completamente, en caso contrario, pueden haber sido mal gestionadas. El principio fundamental de toda rabieta es: el niño necesita "público" para demostrar su enfado.
Si están solos no tendrán rabietas, si no se les hace caso, se incrementará por un instante la intensidad para cesar al poco tiempo. Si el niño tiene una rabieta por frustración consigo mismos o por fatiga .
Algunas veces los niños durante el juego no consiguen los objetivos deseados (por ejemplo, acabar un puzzle) y se sienten cada vez más furiosos y frustrados, también pueden sentirse frustrados si son pequeños y no consiguen que sus padres entiendan lo que les quieren decir, o si son mayores, porque no consiguen realizar bien alguna tarea escolar.
A este tipo de frustración hay que responder con comprensión y estimulación. El padre debe hacer entender al hijo que comprende perfectamente cómo se siente, ayudarle a superar el obstáculo y alentarle, explicándole que aunque en principio resulte difícil, al final lo conseguirá, pero ponerse nervioso empeorará la posibilidad de hacerlo bien.
En muchas ocasiones los niños afrontan el cansancio extremo con rabietas.
Se encuentran demasiado cansados como para tener el más mínimo autocontrol, necesitan descansar y la única manera que encuentran de manifestar su malestar es cogiendo una rabieta por cualquier cosa (es muy típico que cojan una rabieta si se les despierta en el coche al llegar al destino).
En estos casos, lo ideal es llevar rápidamente al niño a la cama, permanecer con él y consolarle hasta que se quede dormido. Ignora completamente la rabieta para conseguir algo.
Los niños pueden organizar un verdadero espectáculo para salirse con la suya: para que no se vayan de casa sin él, para que le dejen salir a jugar cuando está lloviendo, para no irse a la cama, para jugar con algo peligroso, para conseguir que se les compre algo....
Este tipo de actitudes les debería valer para bien poco. Ignorar esa actitud, y por supuesto, no ceder a sus exigencias será una forma de que comprendan de que no es el camino para conseguir sus objetivos.
Si se cede en alguna ocasión "para no oírle" estás perdido, aprenderá rápidamente el valor del chantaje.
Las rabietas "porque no quiere hacer algo": En ocasiones los niños pueden coger una rabieta para evitar irse a la cama, recoger los juguetes, dejar de ver la tele... Lo ideal es darles un tiempo de preaviso: "dentro de cinco minutos te irás a la cama".
Pasado el tiempo pactado, y si el niño coge una rabieta, habrá que cogerlo y desplazarlo hasta su cuarto y dejarlo allí, quiera o no. Simplemente estaba advertido.
No te preocupes por lo que chille, no le pasará absolutamente nada.
Cuando el niño en la rabieta pega, tira objetos o los rompe: Cuando las conductas del niño son demasiado agresivas, los padres tienen que actuar, algunos ejemplos serían:
Se cuelga del brazo de la madre gritando
Tira cosas al suelo
El niño tiene una rabieta en un lugar público.
En estos casos, las técnicas utilizadas serían el tiempo afuera, que se emplea llevando a un niño a otro lugar durante el tiempo que dure la rabieta, y no volverá a poder ir al lugar que estaba hasta que no esté completamente calmado (aproximadamente 1 minuto por año del niño).
En caso de que haya roto algo o manchado algo, se utilizan técnicas como la sobrecorrección, en las que una vez calmado, tendrá que limpiar y recoger lo que tiró, e incluso dejarlo "mejor de lo que estaba"
A TENER EN CONSIDERACIÓN POR LOS PADRES
Los padres somos los modelos a imitar por nuestros hijos: los padres que pierden el control fácilmente están enseñando esa conducta a sus hijos: si le gritas habitualmente, le estás enseñando a gritar, si le pegas, considerará la violencia como una forma de expresión.
Es importante que ante las rabietas tomes una postura firme, no admitas chantajes, si el niño se da cuenta que sus gritos y pataletas no le llevan a ningún sitio, cesará esa conducta.
DESOBEDIENCIA INFANTIL: EL NIÑO "SORDO"
Muchos padres se quejan de que su hijo no parece oír a la primera. La madre se desespera porque aunque al final obedece, siempre tiene que repetirle las órdenes varias veces antes de que el niño la cumpla.
Leer másDEPRESIÓN EN LA TERCERA EDAD VS DEPRESIÓN VIDA ADULTA
La depresión en la tercera edad difiere de la depresión que puede aparecer en la edad adulta, tanto en los pensamientos como en las conductas asociadas al problema.
Evidentemente las preocupaciones que pueden llevar a una persona a caer en una depresión en las diferentes etapas de la vida, suelen ser diferentes.
Leer másFASES DEL ACOSO LABORAL O MOBBING
Las fases del mobbing son varias:
Fase 0: La seducción.
Sin esta fase no puede darse el acoso. En esta fase el acosador aún no ha manifestado su gran potencial violento.
Normalmente, la seducción va dirigida a la víctima, pero en ocasiones está destinada al entorno próximo de la victima y puede quedar enmascarada.
Fase 1: El conflicto
La mayoría de expertos definen el mobbing a partir de esta fase. Una mala resolución del conflicto es lo que lleva al acoso laboral.
Algunas veces, es tan corto el espacio de tiempo que separa "el conflicto" del "acoso" que se solapan.
Fase 2: Acoso Moral en el trabajo
También denominado: mobbing, bossing, bullying.
La definición de la UE (14-501) es aquel "comportamiento negativo entre compañeros o entre superiores o inferiores jerárquicos, a causa del cual el afectado es objeto de acoso y ataque sistemático durante mucho tiempo, de modo directo o indirecto, por parte de una o más personas, con el objetivo y/o efecto de hacerle el vacío".
Fase 3: El entorno
La respuesta del entorno laboral será la que determinará la resolución rápida del acoso o bien su implantación permanente, con el consiguiente daño en la salud del acosado.
Por tanto, el entorno es un elemento básico en el desarrollo o en la resolución del acoso laboral. Los cómplices son los que magnifican las consecuencias de la conducta arbitraria, al permitir las decisiones ilegales e inmorales del causante del acoso: "se le deja hacer".
El superior jerárquico decide voluntariamente no hacer caso de las quejas del acosado y en su lugar da libertad al acosador para que se ensañe con vilezas de todo tipo.
Lógicamente, el superior es el principal alentador dentro de la dinámica del mobbing, es partícipe, es cómplice, aprovecha para proyectar sobre el acosado la venganza, los celos y las frustraciones personales.
Fase 4: La actuación de la empresa
El acoso puede surgir en cualquier empresa, algunas veces porque la organización del trabajo tiene una deficiente planificación y en otras porque forma parte integrante del "hacer" empresarial.
Tanto si se trata de una estrategia empresarial consciente, como inconsciente no debemos olvidar que reposa sobre el sufrimiento moral y físico del trabajador.
En la administración pública, especialmente en la universidad y en la administración sanitaria, es muy corriente el mobbing amparándose en las guerras entre grupos de funcionarios. La impunidad es absoluta si los superiores han decidido que el acosador "trabaje" a gusto sobre el acosado.
Fase 5: La marginación
Consiste en la exclusión del acosado del mundo laboral, ya sea por despidos, jubilaciones anticipadas, invalidez, pérdida de la razón y a veces, incluso, con pérdida de la vida (suicidio, accidentes laborales mortales).
La marginación es potenciada por "compañeros" deseosos de obtener beneficios o prebendas a expensas de los derechos usurpados al acosado y que serían incapaces de conseguir por los cauces ordinarios.
Además, en esta fase el personal subalternos (administrativos, becarios, residentes, personal en practicas) aprovechan para hacer todo tipo de humillaciones, faltar el respeto al acosado, crear rumores malignos y comentarios vejatorios, falsedades y calumnias.
Todos quieren hacer "méritos" ante al acosador, al que temen con pavor y es quien reparte favores y consiente las conductas más miserables.
Es típico que la "secretaria" responda ante las llamadas de teléfono o entrega de cartas que el acosado "no lo conoce" o simplemente que "no trabaja o no ha trabajado nunca en la empresa".
Habitualmente cuanta menor sea la preparación profesional de este personaje, mejor cumple el papel del ninguneo cotidiano. ¡Se siente importante con las pequeñas canalladas que son reídas alegremente a la hora del café!
Para rematar la "faena" el acosado debe estar en un sitio lo más incomodo posible, invisible del público, aislado de los compañeros y haciendo tareas inútiles o lo más rutinarias y repetitivas posible, para que el sentimiento de fracaso se vaya apoderando del acosado.
Al mismo tiempo, se crea un estado de opinión de que "es un personaje conflictivo", que "no se comunica" o "no participa", que "no se integra", etc.
Además de maltratado, se le imputa todo lo negativo que pueda ocurrir... hasta el cambio climático o que el equipo de fútbol de la ciudad baje a segunda división.
Nueva Fase: LA RECUPERACIÓN
Debido al mayor conocimiento y difusión del proceso destructivo del mobbing, existen personas en la empresa (jefes y compañeros) que se niegan a agredir y también existen personas fuera de la empresa que ayudan a la reparación del daño recibido.
Si ese no fuera el caso, es necesario acudir a los tribunales de justicia con toda la documentación acumulada y con buen asesoramiento legal.
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA DE LOS TRASTORNOS GENERALES DEL DESARROLLO
La evaluación de los niños con T.G.D. deberá efectuarse desde un enfoque multidisciplinar.
En primer lugar la evaluación médica y neurológica debe aportar una historia detallada desde el nacimiento, su desarrollo, exámenes o pruebas físicas y neurológicas.
En algunos casos será necesaria la realización de estudios del cariotipo para detectar posibles anomalías cromosómicas como el Síndrome X Frágil.
Pueden existir disfunciones en las áreas de expresión oral, motricidad, capacidad sensorial y cognitiva, por lo que todas ellas deben ser evaluadas.
La aplicación de pruebas de capacidad intelectual, como el WISC-R o WISC IV, sólo deberán ser utilizadas en los casos en los que la expresión oral esté preservada, en caso contrario, no se obtendrán datos fiables.
PRUEBAS ESPECÍFICAS DE EVALUACIÓN
Existen una serie de instrumentos de evaluación cuyos resultados sirven como indicativo de presencia de un síntoma.
Estos cuestionarios suelen estar orientados a delimitar la existencia de un espectro autista, Síndrome de Asperger y autismos de alto nivel de funcionamiento.
Existen diferentes baterías, inventarios y escalas del desarrollo (Gesell, Battelle, Bayley...) que pueden proporcionarnos una información valiosísima, ya que nos señalan el punto donde se encuentra el niño dentro de cada una de las diferentes áreas propuestas (en las baterías Battelle: áreas personal, social, adaptativa, motora, comunicación y cognitiva).
Esto se lleva a cabo determinando una edad (según baremos) para cada área. Así un niño de 5 años con alta afectación en la área motriz puede dar una edad de desarrollo en esa área de tan sólo 2 o 3 años, ello nos da una idea del retraso que presenta siempre comparado con el grupo normativo.
Es evidente que esta información es necesaria en un primer momento a efectos de confirmar el diagnóstico, sin embargo debe ser después complementada con pruebas individualizadas en función de la realidad de cada niño.
Lo que se plantea en estos niños es la necesidad de dar paso a una evaluación de caso único en contraposición al caso evaluado en función de la norma, es decir, de la población general.
OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN DEL TGD
La evaluación debe ser eminentemente práctica, es decir con la finalidad de conocer:
El punto donde nos encontramos (evaluación actual)
Determinar hasta donde podemos llegar (potencial de modificación y aprendizaje)
De qué forma vamos a hacerlo (estrategias psicológicas a emplear).
A nivel psicológico procederemos a una evaluación exhaustiva. Las baterías y cuestionarios estandarizados señalados más arriba es sólo un primer paso. Con ellos obtendremos la línea base.
Posteriormente, debemos introducir la evaluación de caso único. Ello comprenderá como metodología fundamental la observación directa del niño en su ambiente natural complementado con la recogida de información en entrevistas a padres y educadores.
Vamos a evaluar todo aquello que preocupa a los padres en su comportamiento, en lo que hace y también en lo que deja de hacer, sin olvidar aquello que quizás aún no es visible todavía o no se le da importancia.
Muchos de estos niños, sobre todo los que mantienen conservadas parte de sus capacidades intelectuales, pueden adaptarse al mundo y desarrollar estrategias para compensar sus limitaciones.
Por ello que se hace necesario una evaluación a medida y el ofrecimiento de ayudas por parte de los diferentes profesionales implicados a lo largo de todo su ciclo vital.
ÁREAS DE ESPECIAL ATENCIÓN
a) Área social y comunicativa
Se evaluará el nivel de apego a sus padres, su nivel de contacto ocular, interés social, intención comunicativa, atención y miedos entre otros.
¿Cuál es el canal comunicativo entre el niño y su entorno más próximo?, ¿existe capacidad e intención comunicativa? ¿cómo expresa sus emociones?
La evaluación por observación y la utilización de registros y pruebas formales así como la entrevista a padres y cuidadores pueden aportar información relevante. Es importante encontrar el eslabón en donde nos encontramos.
Es preciso conocer y explorar las diferentes capacidades sensoriales (oída, vista e incluso tacto) para tratar de potenciar el canal comunicativo más eficaz.
b) Área cognitiva y motora
¿Cuál es su capacidad cognitiva? en los T.G.D. los criterios deben ser más flexibles. Un niño puede carecer de la capacidad de hablar, incluso de la intención comunicativa, pero puede ser muy hábil para montar o desmontar objetos de su interés o construir puzzles.
Es necesario explorar las habilidades y capacidades de cada niño desde el enfoque individual y evaluar para crear una línea base desde la que empezar a trabajar.
¿Tiene conocimiento de sí mismo? ¿reconoce el mundo que le rodea? ¿es el niño capaz de trazar con lápiz líneas simples? ¿es capaz de clasificar objetos por colores, formas o tamaños? ¿es capaz de montar rompecabezas? ¿Cuáles son sus áreas de interés?
Estas y otras muchas preguntas deben ser planteadas durante la evaluación. Necesitamos además mucha capacidad de observación, constancia, trabajo y mucho sentido común.
Ayudará el conocer cuales son sus objetos, juegos o actividades preferidas para utilizarlas como motivadores para las tareas de evaluación.
Respecto al área motriz, la evaluación es mucho más objetiva dado que una observación estructurada a partir de cualquiera de las escalas de desarrollo pueden acercarnos a las limitaciones o barreras motrices del niño. En esta área la evaluación e intervención se efectuará a partir de profesionales de la medicina y fisioterapia.
c) Hábitos autonomía, comida, higiene.
Son objetivos también prioritarios, establecer, en la medida de lo posible, los diferentes hábitos para que el niño lleve al máximo su autonomía funcional.
Muchos padres adoptan posturas demasiado proteccionistas lo que suele llevar emparejado un relajamiento en las exigencias de comida, sueño e higiene.
El niño debe aprender a comer sólo, a dormir a sus horas en su habitación y ser capaz de controlar los esfínteres en situación diurna y nocturna.
Evidentemente muchos de estos niños tienen unas limitaciones orgánicas y será el examen médico quien nos determine las posibilidades de corregir alguno de estos aspectos; ello no es excusa para que, cuando no haya imposibilidad total, se actúe para intentar establecer o mejorar dichos hábitos.
Para evaluar todas estas cuestiones se utilizará la entrevista con los padres y un registro de todos los hábitos asumidos o no por el niño.
Es también necesario conocer el historial médico y si el niño presenta problemas a nivel orgánico (crisis epilépticas, complicaciones oftalmológicas, problemas en la deglución o asimilación de ciertos alimentos, trastornos motrices, etc...). A partir de estos datos se puede configurar el plan de intervención en base al registro de conductas y posteriores técnicas de modificación de conducta, si procede.
d) Conductas: eliminación o instauración ¿Por dónde empezar?
Los T.G.D. cursan con una amplia, variada y compleja manifestación conductual. Rabietas, desobediencia, hiperactividad, baja tolerancia a la frustración, intolerancia a los cambios de su entorno, aleteos de manos, estereotipias, obsesiones, rituales e incluso autolesiones.
El registro detallado de cada una de estas manifestaciones así cómo sus antecedentes ¿qué ocurre antes de efectuar la conducta? ¿donde se produce o delante de quien? o consecuentes ¿qué le ocurre al niño cuando efectúa la conducta? ¿es castigado, se le consiente?
Estos datos deberán ser recogidos mediante registros y serán claves para trazar, si procede un plan de intervención.
Las primeras conductas sobre las que se debe intervenir son las que suponen un riesgo para el propio niño u otros. También aquellas de las que se deriven un malestar acusado en el seno de la familia.
Hay que eliminar o minimizar conductas pero también deberemos proceder a incorporar nuevas conductas que no están presentes o lo están de forma intermitente.
Enseñar o modelar conductas para mejorar aspectos de los hábitos cotidianos mencionados anteriormente (comida, higiene, control esfínteres, etc...) o enseñar habilidades de relación con los otros o técnicas de autocontrol para niños que cursan con hiperactividad.
Por tanto, deberemos registrar también aquellas conductas que queremos establecer pero que actualmente no están presentes en el repertorio del niño.
e) Otras áreas de interés a la hora de evaluar son la familiar y la escolar.
En la primera hay que conocer cuáles son las necesidades de la familia, cómo les ha alterado su vida cotidiana, cómo han aceptado el diagnóstico y, en el caso de que haya hermanos, cómo se lo han explicado.
Si el niño asiste a una guardería o escuela se deberá también recoger información acerca de su funcionamiento en estos lugares mediante entrevista a los maestros o cuidadores y estableciendo también registros conductuales si son necesarios.
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La terapia familiar se basa en la idea de que muchos problemas surgen de los patrones de comportamiento familiares y se ven afectados por éstos.
Algunos de los problemas centrales hacia los que se dirige una terapia familiar serían:
1. Incapacidad para resolver conflictos, tomar decisiones o solucionar problemas
2. Organización caótica o falta de concordancia sobre las responsabilidades
3. Organización demasiado rígida que da como resultado la incapacidad para responder ante circunstancia cambiantes y el estrés
4. Cercanía excesiva hasta el punto en que los miembros de la familia pierden la sensación de individualidad
5. Falta de lazos emocionales y de comunicación entre los miembros de la familia
6. Fracaso de los padres para llevar a cabo un acuerdo sobre las prácticas de crianza de los hijos
En lugar de dar tratamiento a los miembros de la familia en forma individual, el terapeuta motiva a la familia para que trabaje como grupo, manejando sus actitudes y sentimientos entre sí, así como la resistencia a cooperar y compartir.
Con frecuencia la terapia familiar proporciona un escenario valioso para expresar las hostilidades, revisar los lazos emocionales y manejar las crisis. La terapia familiar se basa en el concepto de un sistema familiar.
La vida humana se puede organizar en forma jerárquica, por sistemas de distintos tamaños y complejidad: el individuo, la familia, la sociedad y la cultura.
El enfoque de sistemas familiares considera a la familia como un sistema que se mantiene por sí mismo, y que, al igual que el cuerpo humano, tiene mecanismos de retroalimentación que preservan su identidad e integridad al restaurar el equilibrio interno después de un desequilibrio.
De manera que un cambio en una parte del sistema familiar se compensa en cualquier otra parte.
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